lunes, 27 de mayo de 2013

Wordcakes. No se comen, se leen







Tengo hambre de colores dulces y palabras amargas y de leer textos que estimulen mi corteza cerebral. Parece algo bonito pero en realidad lo que busca es la bofetada de realidad diaria. Algo así como un café negro, caliente y oscuro a las siete de la mañana después de una noche intensa (define tú mismo lo que es la intensidad).
Leer las migas de la magdalena devorada entre números y perderse en el poso acafeinado de una taza cualquiera.
Dulces guindas que coronan la estupidez y café amargo para desengañarnos y aceptarnos como somos: espléndidos, grandes y deseables. Sí o sí.
¿Y tú? ¿Tomas café o lees entrelíneas? 
A por la semana.

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